De nuevo, instalado en la dulce tersura de perdonarme cuanto callo y otorgo.
Redimido de pasados amores a medias y sin cura para los que se quedaron como almas en pena.
De nuevo, adormecido por la mansedad de la desgana y rechazando ofertas a camas ajenas las mañanas de domingo en que te cuelas sin avisar y me perforas esta clase de alma a golpe de palabra usada.
Muy poco consecuente con mis palabras y menos con mis actos tendré que dejarlo estar de nuevo.
Y mientras el mundo se quema y tú no das señales de vida el tiempo se revuelve nervioso como un animal enjaulado.
El tiempo somos nosotros revolcados sobre la piel.
ResponderEliminarBesote.