miércoles, 4 de julio de 2012

Improvisación N. 2. Opus 45

Sabes que sigo creyendo en ti, aunque tú ya no creas en nada. Aunque aun me brotes de las
ganas.
Porque obviarte, olvidarte, prohibirte en aras de la salud mental, sería negar un mundo sin
infinitas posibilidades.
Y juro que no es por mi amor a la impredecible mecánica cuántica. ¡Oh, no! Bien sabe el dios
de las minúsculas que siempre fui un fan del viejo modelo Newtoniano.
No.
Es solo que negarte cada mañana. Apartarte de mi cabeza cada vez que la luna sopla en el
levante o simplemente jugar a ser práctico sería como morir en vida.
Porque, ¿sabes? Como una vez dijiste necesito saber que existes. Saber que eres…
…aunque casi nunca estés.
¿Y qué si nunca habrá más noches ni más cielos estrellados para nosotros? ¿Qué si no habrá
más hechizos que ignorar cuando nos invadan las ganas?
Qué se joda el pragmatismo de los amores nacidos muertos y las huidas hacia adelante.
Al infierno con la utilidad y el realismo. Cuando se trata de ti y de sentir siempre elegí los
aullidos de Benedetti aunque me latan en el pecho y no estás a mi lado.
Siempre me decanté por el amor suicida antes que el amor a medias.
Al fin y al cabo.
Yo nunca te amé por lo que eras… si no por como me haces ser a mí.

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